Camaná: Tragedia en el cine colón, Testimonio de un sobreviviente

Un extraño ruido crujió bajo nuestros zapatos. Algo sonaba raro como que el piso se movía.
2018-08-23 11:53:29
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Por Fernando Llamosas Bellido

Aquel día caluroso de diciembre de 1970, el Cine Colón se encontraba repleto de familiares, entre padres y hermanos; sin olvidar a las madrinas de promoción que con su mejor traje lucían radiantes. Nosotros esperábamos ya la entrega de certificados, insignias, banderines y recuerdos, para cada uno de los integrantes de la Promoción “Bodas de Plata” de nuestro entrañable Colegio Nacional Sebastián Barranca.

Todos nos presentamos muy elegantes con zapatos nuevos, con camisas y ternos relucientes, con corbatas llamativas, bien peinados y con una mirada, algunas perdidas en el vacío y otras fijadas en la nostalgia y la pena. La resignación comenzaba a latir ante lo inevitable de la separación definitiva de todos nosotros como alumnos y compañeros de estudio. El Cine Colón era una fiesta. Entre risas y llanto, los padres sabían que muchos de sus hijos partirían irremediablemente en pos de un futuro distinto lejos del hogar y de Camaná. 

En la platea del cine, nadie se movía. La zona de palco, también estaba llena. Más arriba, la galería no recibía a una sola persona más. Hasta los pasadizos estaban repletos. Nosotros, todos los integrantes de la promoción, fuimos ubicándonos arriba en el estrado frente a nuestros familiares, profesores y autoridades del colegio. Las madrinas de cada uno de nosotros, luego de entregarnos las insignias con los recuerdos y la toma de fotos, bajaron a las butacas, incluso Rebeca Rivera, nuestra madrina de promoción.

Los aplausos de los presentes resonaban en el viejo teatro hasta sacarnos del silencio en el que nos encontrábamos. Vivíamos emociones encontradas por lo que significaba el momento. Fue cuando sentimos un vacío en nuestro estómago. Un extraño ruido crujió bajo nuestros zapatos. Algo sonaba raro como que el piso se movía. Pensábamos que era parte de la emoción interna de cada uno y del movimiento de todos nosotros sobre la tarima del escenario. Pero no. Fue precisamente cuando vimos que el piso de tablas se abría bajo nosotros de golpe. Se partía en añicos todo el tabladillo que nos sostenía. Todo fue violento. Caíamos unos sobre otros sin entender qué es lo que estaba pasando.

Transcurrirían largos dos a tres minutos para comprender que lo que había ocurrido era que el escenario de vieja madera del legendario Cine Colón, no resistió todo el peso de nosotros y se rompió en mil pedazos. Escuchamos que nuestras familias y el público gritaban llenos de pánico por no saber qué estaba ocurriendo. 

Todos salimos como podíamos. Unos subíamos ayudados con las maderas rotas y una que otra mano familiar y de profesores, que se asomaban para ayudarnos a trepar. Al final, ya todos fuera y pensando que hubiese sido peor si las madrinas hubieran caído también, nos miramos nerviosos y buscábamos alguna que otra herida o rasguño en el cuerpo. Fuimos comprobando que todo había sido un tremendo susto y con más de un terno roto o zapato extraviado. Al final, todos recuperados del estrago y culminando la ceremonia como sea y entre risas nerviosas, tomamos un ómnibus que nos esperaba, para llevarnos a La Punta a celebrar y a despedirnos… hasta siempre.

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